El duelo es la reacción habitual ante la pérdida de un ser querido. Este término proviene del latín duellum, que significa “combate” o “guerra”. Teniendo en cuenta esto, podemos concebir el duelo como la guerra interna contra la pérdida, y seguro que a ninguna persona que esté atravesando esta situación o que ya haya pasado por ello le resulta extraño este concepto de combate interior.
Síntomas del duelo
Los síntomas de este proceso psicológico abarcan todas las áreas del ser humano, desde lo psicológico hasta lo espiritual. Los más comunes son los siguientes:
- Tristeza y dolor constantes.
- Pensamientos acerca de la persona fallecida.
- Dificultad para recordar o mantener la atención.
- Cansancio físico y emocional.
- Abatimiento.
- Ausencia de interés en las actividades cotidianas.
- Incredulidad, confusión, dificultad para asimilar lo ocurrido.
- Dificultades para conciliar el sueño, o, por el contrario, necesidad de dormir largas horas.
Todos estos síntomas son habituales y forman parte del camino de recuperación. Son manifestaciones que se expresan más intensamente al principio y van remitiendo paulatinamente a medida que avanza el tiempo.
Fases del duelo
Generalmente, se establece que toda persona que atraviesa un duelo transita una serie de fases que, a grandes rasgos, podrían clasificarse de la siguiente forma:
- Negación: La negación es una primera reacción que aparece de forma muy habitual ante la pérdida de un ser querido. En esta fase inicial, la persona se siente confusa, incapaz de reconocer lo sucedido. Este es un mecanismo de protección que nos evita enfrentar el dolor por un periodo de tiempo.
- Ira: Cuando ya no podemos continuar negando lo ocurrido, aparece un sentimiento de enfado que puede ser dirigido hacia un familiar, hacia un amigo, hacia nosotros mismos, hacia la vida, hacia Dios… Es también una parte natural del duelo que debemos poder expresar (de forma canalizada) para continuar avanzando en nuestra recuperación.
- Negociación: En la desesperación por no poder hacer nada para regresar a la situación anterior, a veces vivimos un proceso de intento de negociación con la vida, con algún tipo de poder superior… Esta fase puede aparecer antes del fallecimiento, cuando ya vemos venir lo inevitable y tratamos por todos los medios de buscar una alternativa.
- Depresión: Cuando nos damos cuenta de que ya no podemos luchar más contra la evidencia y de que por mucho que hagamos no podemos volver atrás, caemos en la vivencia directa de la tristeza y la depresión. Nos encontramos ante la realidad de la pérdida y atravesamos lo que tanto habíamos tratado de evitar. Aunque es una etapa difícil, se puede decir que se trata del inicio de la recuperación, ya que por fin estamos asumiendo la realidad sin paliativos.
- Aceptación: Es la fase final del duelo, cuando ya hemos superado la negación, el enfado, los intentos de evitar lo inevitable y hemos dado espacio al dolor, por fin comenzamos a ver la luz. Abrazamos la situación que nos ha tocado, con toda su dureza, y podemos honrar nuestra experiencia y también la de nuestro ser amado. Encontramos formas de reconfortarnos y comemos a recuperar la ilusión por la vida y las actividades que son de nuestro agrado. Ya hemos incorporado a nuestra vida un nuevo aprendizaje y ya podemos comprender la muerte de otra forma, como parte de la vida.
El duelo es un proceso natural que todos atravesamos en algún momento de nuestras vidas. Como decíamos, la muerte forma parte de la vida, y el duelo es el duro camino por el que llegamos a esa comprensión.
En Primera Persona
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